Bajo el título “Los peligros de las enfermedades ocultas
bajo el hielo durante miles de años que están despertando”, BBC Earth publicó
este año un artículo que explica un peligro latente del calentamiento global
del cual no se conoce mucho: el posible descongelamiento de microorganismos
milenarios para los que la inmunología del ser humano del siglo 21 no estaría
preparada y que podría causar incontables enfermedades.
El elemento clave de este proceso geológico se llama
“permafrost”, que es la capa de suelo permanentemente congelada en las regiones
polares, y que habría sido el último reducto de innumerables virus y bacterias
que al ser congelados quedaron en estado latente… pero no murieron. Esto es,
podrían activarse.
Esta teoría nace con el reporte de muertos por ántrax que
habría provenido de un animal infectado con la bacteria cuyos restos quedaron
congelados bajo una capa de permafrost, hasta su deshielo en una ola de calor
del 2016, con la inmediata liberación del ántrax infeccioso en el agua, la
subsiguiente contaminación de suelos, el contagio de muchos animales y algunas
personas. El caso es que esto podría repetirse, pues mientras el calentamiento
global continúe, como lo hace, la temperatura en el Círculo Polar Ártico siga aumentando,
como lo hace, y se sigan exponiendo gradualmente capas antiguas del permafrost,
el peligro aumenta con impredecibles consecuencias.
Preservados en Permafrost
"El permafrost es un muy buen conservante de microbios
y virus, porque es frío, no contiene oxígeno ni luz", explica el biólogo
evolutivo Jean-Michel Claverie, de la Universidad de Aix-Marseille, en Francia,
y esa sería la razón por la que se estos microorganismos puedes seguir vivos
por periodos tan extensos de tiempo.
Los científicos han descubierto fragmentos de ARN (ácido
ribonucleico) del virus de la gripe española de 1918 en cadáveres enterrados en
fosas comunes en la tundra de Alaska.
La viruela y la peste bubónica también
están probablemente enterradas en Siberia.
Un equipo de científicos franco-ruso descubrieron en los
suelos congelados de Siberia (en el noreste de Rusia) un tipo de virus
“gigante” prehistórico de más de 30.000 años, al que han bautizado como
Mollivirus sibericum, tan grande que se puede apreciar con un microscopio regular.
Con él ya serían cuatro las familias de virus gigantes identificadas desde
2003, de las cuales dos fueron encontradas en el permafrost.
En el 2014, un equipo liderado por Claverie revivió dos
virus que habían quedado atrapados en el permafrost durante, aproximadamente,
30.000 años. Una vez reactivados, como parte del estudio, los virus se
volvieron infecciosos, aunque sólo para amebas unicelulares, sin embargo es
posible, en teoría, que otros revividos por el mismo procedimiento podrían
infectar a seres humanos.
Ya en el año 1999, Scott Rogers, de la Universidad Estatal
de Bowling Green, en Ohio (Estados Unidos), reportó que junto a sus colegas
habían hallado el “tobamovirus” del tomate en 17 lugares en la zona de hielos
flotantes de Groenlandia, sorprendiendo al mundo ya que al descongelarlas en el
laboratorio, se reveló que el patógeno común de la planta había sobrevivido
durante 140 mil años atrapado en el hielo. Luego ha realizado más hallazgos de
microbios congelados por miles de años en muestras de hielo de Groenlandia, la
Antártida y Siberia.
El factor de resistencia
Los medios informan sobre bacterias más antiguas que los
virus gigantes, encontradas en cuevas de Nuevo México, a 300 metros bajo
tierra, sin recibir luz del sol desde al menos 4 millones de años. En
este
entorno las bacterias encontradas eran resistentes a más de una decena de
antibióticos actuales, lo que sugiere que la resistencia a los antibióticos no
sólo es algo natural sino que data de es muy antiguo, por lo que muchas de las
bacterias que emergen del derretimiento del permafrost ya la tienen.
El problema de este panorama, es que, como dice el
científico Jean-Michel Claverie, “si el patógeno no ha estado en contacto con
los seres humanos durante mucho tiempo, el sistema inmunológico no estaría
preparado, de modo que sí, eso podría ser peligroso".
Un escenario preocupante sería la creación de un supervirus
mediante la recombinación de cepas antiguas y modernas, ya que la combinación de uno o dos
genes de una enfermedad, como la influenza antigua, con los de la moderna influenza
aviar, generaría una cepa contagiosa que podría desencadenar una pandemia.
Sin embargo, para que un virus se expanda, requiere
condiciones muy precisas de las que depende que el contagio se produzca o no,
unido al factor de que muchos virus solamente pueden funcionar con determinadas
especies. No obstante, aunque la peligrosidad de esta posibilidad es muy
variable y la probabilidad de que algo así sucede no es alta, tampoco puede
descartarse.
Más información en:
http://www.bbc.com/mundo/vert-earth-39851987
http://www.diariocambio.com.mx/2016/secciones/interesantopolis/item/21283-virus-y-bacterias-prehistoricos-despiertan-por-el-calentamiento-global#ixzz4uUweGMFI
http://www.jornada.unam.mx/2005/09/29/index.php?section=ciencias&article=a02n1cie
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